Ubicación
Coliseo
Apertura
Todos los días, 8:30 - 16:30/19:15
Precio
Desde 40 euros
Qué ver
subterráneos (ipogei)
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Los niveles subterráneos del Coliseo (o “subterráneos”) se cuentan entre los aspectos más fascinantes y técnicamente complejos de la antigua Roma. Concebidos para apoyar el funcionamiento espectacular de la arena, atravesaron diferentes fases de desarrollo a lo largo de los siglos, reflejando las transformaciones funcionales y simbólicas que afectaron al Coliseo. A continuación se presenta un panorama de los principales períodos históricos que definieron la evolución de estos espacios subterráneos.
La construcción del Anfiteatro Flavio comenzó entre los años 70 y 71 d. C. bajo el emperador Vespasiano, y se completó en parte hacia el 80 d. C. durante el reinado de Tito. Desde las etapas iniciales del proyecto, los Flavios concibieron un anfiteatro de uso múltiple: además de la imponente arena para los espectáculos, se planificó la creación de espacios de servicio subterráneos. Aunque en aquel momento los subterráneos no presentaban aún la compleja distribución que llegarían a tener más tarde, ya existían los primeros indicios de corredores y pasillos para el transporte rápido de animales, gladiadores y atrezos.
En la época Flavia, el piso de la arena consistía en un montaje mixto: un perímetro de mampostería y un área central sostenida por vigas de madera cubiertas con una capa de arena, renovada de forma periódica. La posibilidad de inundar la arena para espectáculos navales (naumaquias) se basaba precisamente en un sistema de piso que permitía un desmantelamiento y reconfiguración rápidos de la superficie. Aunque en esta fase inicial las soluciones subterráneas eran esencialmente funcionales, sentaron las bases para el posterior desarrollo del hipogeo.
Durante el reinado de Domiciano (81–96 d. C.), el Anfiteatro atravesó una fase importante de ampliación. En ese momento, los subterráneos se erigieron de manera más sistemática, con muros de mampostería, dando lugar a un hipogeo complejo y articulado. Diseñado para permitir un flujo ordenado de operarios, gladiadores y animales, este sistema garantizaba rápidos cambios en el escenario.
Los espacios subterráneos construidos bajo Domiciano cumplían múltiples propósitos operativos:
Con el declive de los espectáculos paganos y la expansión del cristianismo, la función originaria de los subterráneos cambió significativamente. En la tardoantigüedad y los siglos siguientes, la reducción de los combates de gladiadores causó la progresiva desintegración de la utilidad puramente operativa de estos espacios subterráneos.
En la Edad Media, los subterráneos del Coliseo adquirieron una dimensión simbólica y religiosa. Numerosas fuentes medievales vinculan estos espacios con la memoria de los mártires, integrándolos en las prácticas devocionales de la época. Por ejemplo, se menciona la recogida de “tierra sagrada” empapada con la sangre de mártires, empleada en ceremonias religiosas y que otorgaba a estos lugares el carácter de reliquia y testimonio de las persecuciones cristianas.
A partir del siglo XIX, gracias a la intensificación de las excavaciones arqueológicas y a la aparición de métodos científicos, los subterráneos del Coliseo comenzaron a ser estudiados de manera detallada. Estas investigaciones permitieron reconstruir con precisión la compleja organización interna del hipogeo, revelando la notable precisión técnica utilizada por los romanos.
En los siglos XX y XXI, los aportes de institutos de investigación arqueológica y la colaboración con la Superintendencia Arqueológica de Roma dieron lugar a numerosas investigaciones sobre los subterráneos. Dichos trabajos aclararon las funciones originales de los espacios, ilustrando la evolución de su uso a lo largo del tiempo y la capacidad romana de integrar técnicas avanzadas de construcción e ingeniería propias de la época. Nuevas relecturas han subrayado, además, que el hipogeo no solo actuaba como soporte logístico de los espectáculos, sino también como un elemento simbólico que reflejaba la complejidad cultural y religiosa de Roma.
Conocidos como “hipogeo”, los subterráneos del Coliseo forman uno de los sistemas arquitectónicos más complejos e innovadores de la ingeniería romana. Concebidos para sustentar la “máquina escénica” del anfiteatro, agilizaban el transporte de gladiadores, animales exóticos y elementos escenográficos. A lo largo de los siglos, esta disposición interna — un entramado de corredores, áreas de servicio y accesos diferenciados — ha pasado por múltiples transformaciones, conservando aun así partes estructurales originales que evidencian la gran capacidad de diseño de los romanos.
Los corredores que forman la base del hipogeo fueron construidos empleando los métodos de la época romana. Con bóvedas de cañón en mampostería, realizadas en opus reticulatum u opus incertum, se garantizaba la solidez del edificio y se fraccionaba la extensa zona subterránea en áreas funcionales y modulares.
Estos corredores, largos y estrechos, se extienden siguiendo el eje principal de la arena y se ramifican en numerosos pasillos laterales destinados al transporte rápido de elementos escénicos. Su construcción, con muros de carga y huecos de iluminación (en su momento dotados de antorchas y lámparas de aceite), también facilitaba el drenaje del agua, aspecto esencial en un lugar propenso a inundaciones ocasionales.
Los subterráneos del Coliseo pueden dividirse en varias zonas, cada una con un propósito específico:
El corredor central, que discurre a lo largo del eje mayor del anfiteatro, actuaba como eje organizativo. Desde este espacio partían diversos pasillos que conectaban la arena con las salas de almacenamiento y preparación. El acceso a este corredor resultaba fundamental para coordinar a los operarios encargados del transporte de decorados, equipos y animales empleados en las representaciones.
A lo largo de los pasillos laterales se situaban salas para conservar y preparar elementos escenográficos. Estas zonas servían como depósitos de equipamiento, áreas de espera para gladiadores y animales, y pequeños talleres para un rápido montaje y desmontaje de la escenografía. Su disposición modular permitía una logística eficaz que garantizaba el reacondicionamiento de la “escena” en la arena en un tiempo mínimo.
El complejo subterráneo cuenta con diversos puntos de acceso, diseñados para mantener separados el tránsito de los operadores y el del público. Entre ellos destaca la célebre Porta Libitinaria, históricamente relacionada con la retirada de los cadáveres de gladiadores caídos en combate. Otros accesos, dispuestos a lo largo de los corredores, enlazaban directamente con la cavea (gradas) y con el complejo de Ludus Magnus (el cuartel de gladiadores). Estas entradas resultaban esenciales para la rotación rápida de los participantes y la coordinación de las distintas tareas dentro del hipogeo.
Los subterráneos se construyeron usando materiales de alta calidad y métodos avanzados para la época. El uso de bloques de toba, travertino y ladrillos, junto a la técnica del opus caementicium, dio forma a muros portantes sólidos y duraderos. El suelo original, a menudo con opus spicatum, refleja la praxis constructiva romana, si bien con el paso del tiempo se han llevado a cabo modificaciones y refuerzos que han dejado diferentes estratos en la estructura.
Los subterráneos del Coliseo no permanecieron inalterados. Durante la etapa posflavia y la Antigüedad tardía, se llevaron a cabo distintos trabajos de refuerzo y adaptación para acomodarse a nuevas exigencias funcionales o religiosas.
En la Antigüedad tardía y en la Edad Media, el final paulatino de los grandes espectáculos propició el abandono parcial de las áreas subterráneas, que después se reutilizaron con otros fines, hasta llegar a su definitivo colapso o relleno. Solo las investigaciones arqueológicas modernas, iniciadas a partir de la década de 1990, han permitido documentar en detalle la complejidad del hipogeo, identificando las alteraciones introducidas durante los periodos trajano, severo y tardoantiguo.
Explorar los subterráneos del Coliseo brinda una oportunidad única de penetrar en la ingeniería y la organización operativa del antiguo anfiteatro. Esta visita guiada permite descubrir los espacios ocultos que, en su día, sirvieron como “tras bambalinas” para los espectáculos de gladiadores, cacerías de animales y naumaquias.
El tour subterráneo suele comenzar junto a la entrada principal, cerca del extremo norte del anfiteatro, próximo a la llamada “espolón de Stern”. Desde allí, los visitantes recorren el pasillo central, que discurre a lo largo del eje principal de la arena. Este largo corredor, identificado por sus bóvedas de cañón y muros antiguos de toba, travertino y ladrillos, constituía el núcleo de la “máquina escénica” del anfiteatro.
Durante el recorrido, el guía describe las diferentes áreas y sus funciones originales:
En la visita guiada a los subterráneos, los visitantes podrán contemplar y entender diversos elementos estructurales y funcionales:
El acceso a los subterráneos del Coliseo se limita a visitas guiadas, imprescindibles para garantizar la protección del monumento y la conservación de sus espacios históricos. Las entradas al tour pueden adquirirse en línea a través del sitio oficial del Parco Archeologico del Colosseo o mediante agencias autorizadas.
Se ofrecen diversas modalidades:
La experiencia se ve además enriquecida con dispositivos de audioguía, que brindan explicaciones precisas y permiten a los visitantes valorar en su totalidad la complejidad histórica y arquitectónica de los subterráneos.
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