Galería Borghese
Ubicación
Piazzale Scipione Borghese, 5
Construido por
Scipione Borghese en 1613
Qué ver
Obras de Bernini, Caravaggio, Tiziano, esculturas antiguas, jardines
Apertura
De martes a domingo, 09:00 - 19:00
Precio
Entrada: €15, descuentos disponibles
Transporte
Estación de metro Spagna (Línea A)
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La Galería Borghese, situada en el interior de la Villa Borghese, es una de las joyas más preciadas del patrimonio artístico y cultural de Roma. Originalmente residencia del Cardenal Scipione Borghese, sobrino del papa Pablo V, esta villa histórica alberga una extraordinaria colección de arte renacentista y barroco, incluidos los grandes maestros Caravaggio, Bernini y Tiziano. Rodeada de un amplio parque, la villa brinda una experiencia única en la que el arte y la naturaleza se fusionan de manera inolvidable, ejemplificando la integración entre la arquitectura del siglo XVII y el entorno paisajístico romano.
La Galería Borghese, ubicada en la Villa Borghese Pinciana, es uno de los lugares más emblemáticos del patrimonio artístico y cultural de Roma. Su historia abarca varias etapas: desde la fundación de la colección privada del Cardenal Scipione Borghese y el periodo barroco en el que la villa se convirtió en un escenario para el arte y la arquitectura del Seiscientos, hasta su transición a museo estatal y las restauraciones y modernizaciones de las últimas décadas.
A comienzos del siglo XVII, el Cardenal Scipione Borghese —sobrino del papa Pablo V— comenzó a reunir una colección de obras de arte que pronto se convertiría en una de las más prestigiosas del mundo. Su gusto refinado y su visión innovadora posibilitaron la adquisición de obras maestras del Renacimiento y del Barroco —desde Caravaggio y Tiziano hasta Bernini— dando origen a un conjunto que, desde su creación, simbolizaba la excelencia artística y el poder de mecenazgo de la familia Borghese.
Paralelamente al desarrollo de la colección, en 1607 la familia Borghese decidió edificar una villa en la colina del Pincio, al norte de Roma. El proyecto, inicialmente a cargo de Flaminio Ponzio y posteriormente finalizado por Giovanni Vasanzio, se concibió para exhibir las obras de arte en un espacio de elegancia y armonía arquitectónica. Con referencias inspiradas en villas italianas renacentistas (como la Villa Medici y la Villa Farnesina), incluyó un gran pórtico y una terraza ricamente decorada, creando un lugar donde el arte y la naturaleza dialogan de forma excepcional.
Con la consolidación del Barroco, la villa y su colección se convirtieron en símbolos del dinamismo artístico romano. El gusto barroco, caracterizado por su expresividad desbordante y su cuidadosa atención al detalle decorativo, encontró plena realización tanto en las obras adquiridas —por ejemplo, las esculturas monumentales de Bernini— como en las intervenciones arquitectónicas y ornamentales que enriquecieron el edificio. En este contexto, la Galería Borghese no solo era un depósito de obras, sino un espacio vivo, donde la disposición de los ambientes, los acabados y la luz contribuían a generar una visión de conjunto de la magnificencia artística.
En 1891, todas las obras de arte custodiadas en las doce salas de la pinacoteca de Palazzo Borghese en Via Ripetta fueron transferidas a la planta noble de la Villa Borghese Pinciana, preparando el camino para su transformación en un museo. En 1902, tras la adquisición por parte del Estado italiano de los bienes que formaban parte del Fideicomiso Borghese, la Galería Borghese se convirtió oficialmente en un museo público.
La negociación para llevar a cabo este traslado fue extensa y compleja, a menudo conocida como “el negocio del siglo”. Se compraron la villa y los jardines por 3,6 millones de liras, una cifra que, pese a no ser elevada, permitió conservar intacto el valioso patrimonio artístico.
El primer director de la Galería fue Giovanni Piancastelli (1845–1926), seguido en 1906 por Giulio Cantalamessa, quien anteriormente había dirigido las Galerías de la Academia de Venecia. Estas decisiones organizativas contribuyeron a forjar la reputación de la Galería como institución de prestigio, abierta al público y dedicada a la conservación y difusión del arte.
Durante el siglo XX, la Galería Borghese se sometió a numerosos trabajos de restauración para preservar tanto el edificio como las obras de arte. En 1983, el museo cerró para acometer una restauración completa que se prolongó por catorce años, permitiendo restituir el aspecto original de los estucos, las estatuas y la histórica escalera de dos tramos. La reapertura tuvo lugar en junio de 1997, recuperando el prestigio y la funcionalidad de épocas pasadas.
En 2013, la Galería Borghese fue el noveno museo estatal italiano más visitado, con casi 500.000 visitantes, evidenciando el continuo interés mundial por el legado Borghese. En 2015, el ministro de Bienes y Actividades Culturales y Turismo, Dario Franceschini, nombró a Anna Coliva directora de la Galería, y desde noviembre de 2020 la dirección recae en Francesca Cappelletti. Estos cambios institucionales han reforzado la gestión y la promoción del museo, garantizando la continua valoración tanto de la colección como del edificio.
La Galería Borghese es un museo que exhibe una extraordinaria colección de arte renacentista, barroco y neoclásico en un entorno ricamente decorado. Las obras, cuidadosamente seleccionadas y organizadas temáticamente, se distribuyen en salas que, cada cual a su manera, realzan la belleza e importancia histórica de las piezas expuestas. A continuación se presenta un recorrido expositivo que no solo destaca la excelencia artística de las obras, sino que también relata la historia del arte a través de los siglos.
Las salas de la Galería Borghese se han dispuesto para crear una narración: cada sala posee su identidad propia, definida por un tema y por las obras que alberga. A continuación, una vista detallada de las 20 salas que componen el museo.
Este espacio introductorio sumerge al visitante en el mundo clásico. El entorno está decorado con bustos de emperadores romanos, un majestuoso mosaico que representa luchas de gladiadores y una estatua colosal de Baco como pieza central.
Obras representativas: bustos clásicos, mosaico de luchas y estatua colosal de Baco.
Conocida antes como la “Sala del Vaso,” destaca por sus relieves decorativos de los siglos XVIII y XIX. Su pieza principal es la escultura neoclásica en mármol de Antonio Canova, «Paulina Borghese como Venus Victrix», complementada con frescos en la bóveda sobre “Historias de Venus y Eneas.”
Obra destacada:
También llamada “Sala del Sole,” exhibe en el centro el David de Bernini. El techo se adorna con el fresco «La caída de Faetón» de Francesco Caccianiga, inspirado en las Metamorfosis de Ovidio.
Obras representativas:
En esta sala se encuentra la famosa escultura «Apolo y Dafne» de Bernini. Un techo decorado con motivos que armonizan con la obra y otras piezas helenísticas y romanas enmarcan el diálogo entre mito y arte.
Obra principal:
Con un suntuoso repertorio de estucos, mármoles y pinturas, la sala se centra en la representación de bustos de emperadores romanos. Entre las obras más relevantes sobresale «El rapto de Proserpina» de Bernini, acompañado de la copia de la «Artemisa Borghese».
Obra principal:
Aquí se expone el célebre «Hermafrodita durmiente», escultura que ejemplifica la belleza de las formas mixtas. Además, un mosaico representando la pesca alude a la vida cotidiana de la antigua Roma, completando la atmósfera de la sala.
Obras representativas:
Esta sala exhibe la escultura «Eneas, Anquises y Ascanio» de Bernini, que profundiza en la pietas y los lazos familiares, caracterizada por la intensidad dramática propia de la escultura barroca.
Obra destacada:
Una conexión visual con el Egipto antiguo se plasma aquí mediante un intrincado mosaico del siglo II, junto a esculturas como el «Sátiro sobre delfín». El entorno exhibe el diálogo entre el arte romano y la cultura egipcia.
Obras representativas:
Consagrada a Caravaggio, esta sala reúne importantes cuadros de fuerte carga narrativa. Sobresalen «David con la cabeza de Goliat» y «Muchacho con canasta de frutas», ejemplos de la revolucionaria técnica del claroscuro del artista.
Obra principal:
Esta sala resalta la pintura renacentista italiana, con obras de Botticelli, Pinturicchio y Rafael, revelando la evolución pictórica en Umbría y Toscana y abarcando cambios temáticos y técnicos del Renacimiento.
Obras representativas:
En esta sala se enaltecen las hazañas del héroe Hércules. Presenta pinturas manieristas de Parmigianino y Correggio, así como esculturas alegóricas, incluyendo la «Alegoría del Sueño» de Alessandro Algardi, que abordan el mito con dramatismo.
Obras representativas:
Esta sala resalta la influencia de la escuela de Ferrara a través de obras de Mazzolino y Garofalo, que plasman la dinámica cultural y artística de la ciudad, especialmente después de su anexión a los Estados Pontificios.
Obras representativas:
Enfocada en el arte del primer Cinquecento en el área lombardo-veneciana, muestra piezas de Lorenzo Lotto y Sodoma. Las obras exploran temas de misticismo y religiosidad propios de la pintura de la época.
Obras representativas:
Pequeña pero de gran efecto, esta sala está adornada con la «Alegoría de la Fama» y reúne obras de maestros boloñeses, resaltando la importancia del prestigio y el renombre en el arte del siglo XV.
Obra principal:
Originalmente pensada como logia abierta, hoy esta sala expone el fresco «Consejo de los Dioses» de Lanfranco, junto a esculturas de Bernini. Conjugan la grandeza mitológica y artística que atraviesa distintas épocas.
Obras representativas:
Presenta pinturas que ilustran la evolución del manierismo en Italia. Destaca «La última cena» de Bassano, junto a pinturas de Dosso Dossi, evocando la emergencia de una nueva luz en el panorama artístico.
Obras representativas:
Consagrada a la diosa Flora, la sala investiga el tema de la naturaleza y su hermosura. Mediante obras de Marcello Venusti y Pellegrino Tibaldi, el Renacimiento se reinterpreta desde una perspectiva mitológica, destacando la fertilidad y la riqueza natural.
Obras representativas:
Contiene pinturas del siglo XVII con marcada influencia flamenca y holandesa. Refleja los contactos culturales entre Italia y Europa septentrional a lo largo de esa etapa.
Obras representativas:
Dedicada al Barroco flamenco, esta sala exhibe obras como «Susana y los viejos» de Rubens, contrastando la inocencia con la corrupción terrenal. Su paleta viva y composición enérgica encarnan la esencia del Barroco, transformando temas religiosos en intensas experiencias visuales.
Obra principal:
Con historias de la epopeya troyana como trasfondo, la sala reúne obras de Domenichino y Barocci que se centran en la relación amorosa y trágica de la mitología griega.
Obras representativas:
Rinde homenaje a la relación de Eros y Psique a través de cuadros de maestros venecianos como Giorgione, Tiziano, Veronés y Bellini. El recorrido finaliza con el célebre «Amor sacro y amor profano» de Tiziano, símbolo de la dualidad eterna del amor.
Obra principal:
Además de las colecciones distribuidas en las diferentes salas, la Galería Borghese alberga algunas de las obras más emblemáticas del arte occidental. Estas creaciones configuran el núcleo de su acervo y resultan esenciales para entender la evolución artística del Renacimiento al Neoclasicismo.
Escultura monumental en mármol que plasma el mito de Apolo y Dafne justo en el instante en que la ninfa se transforma en laurel para escapar del dios. Celebrada por su capacidad de transmitir en piedra el movimiento y la metamorfosis, se considera un hito del Barroco y la cumbre de la producción de Bernini.
Óleo que representa al héroe bíblico David tras haber vencido a Goliat. Caravaggio aplica su claroscuro de manera revolucionaria para acentuar la tensión y la fuerza, simbolizando con ello su innovación pictórica.
Escultura neoclásica en mármol donde Canova idealiza a Paulina Borghese como la diosa Venus. La pieza exalta la belleza ideal mediante formas armoniosas y proporciones perfectas, demostrando la exquisita sensibilidad y la técnica escultórica que hicieron de Canova uno de los grandes maestros de su tiempo.
Un óleo que retrata el solemne acto de descender el cuerpo de Cristo de la cruz. Rubens emplea pinceladas vigorosas y una paleta intensa para conferir dramatismo y emoción a la escena, ejemplo supremo de la fuerza del Barroco y su habilidad para elevar lo sagrado a una experiencia visual inmersiva.
Una de las piezas más famosas de Tiziano, este óleo explora la dualidad entre el amor espiritual y el terreno. Su composición, llena de símbolos y colores vibrantes, combina el refinamiento de la pintura veneciana con una reflexiva mirada a la naturaleza conflictiva de los sentimientos humanos.
Óleo en el que Tiziano representa a San Domingo con una presencia imponente y carismática. La calidez cromática y la riqueza en detalles impregnan la obra de una profunda espiritualidad, mientras que el retrato muestra la grandeza y la determinación del santo, característica de la maestría renacentista de Tiziano.
Un óleo sobre tabla donde se retrata a la Virgen con el Niño, representativo del Renacimiento veneciano. Bellini maneja con sutileza los colores y el detalle, generando una atmósfera sosegada que transmite la naturaleza sagrada y la elegancia de la escena.
Escultura en mármol considerada una obra maestra, que muestra el rapto de Proserpina a manos de Plutón. Bernini convierte la piedra en una historia con movimiento: la acción intensa y la delicadeza formal se funden en un drama visual de gran poder emotivo.
Esta escultura de mármol retrata al héroe bíblico David antes de enfrentarse resueltamente a Goliat. La tensión muscular y la fuerza expresada caracterizan la brillantez barroca de Bernini, realzando la determinación y la vitalidad del protagonista.
Grupo escultórico en mármol que celebra los lazos familiares y la virtus romana de la pietas, retratando a Eneas junto a su padre Anquises y el joven Ascanio. Su composición fluida y las expresiones de los personajes irradian heroísmo y devoción filial, reinterpretado con el sello del Barroco.
Un óleo que representa el dramático descenso de Baglioni, equilibrado en la composición y con un uso magistral de la luz. Encierra el pathos y la delicadeza propios del Renacimiento, testimonio de la capacidad de Rafael para expresar emociones profundas a través de la pintura.
Óleo en el que una noble aparece con un unicornio, símbolo de pureza y misterio. La disposición elegante y la paleta sutil otorgan una atmósfera hechizante, manifestando la importancia simbólica y la calidad artística característica de Rafael.
En este óleo, Rafael representa a un joven, realzando su fortaleza, nobleza y gracia. Logra fusionar una composición equilibrada con un manejo delicado de la iluminación, generando un retrato que encarna el ideal de belleza masculina del Renacimiento.
Amplio óleo sobre lienzo que retrata al santo en pleno sermón. La escena, poblada de personajes y colores vivos, comunica la fuerza de la palabra sagrada y la presencia de San Juan, testimonio de la habilidad de Veronés para transformar motivos religiosos en grandes composiciones.
Óleo sobre lienzo que expone a San Antonio predicando a los peces, escena de inusual contenido. Su composición dinámica y su luminosa paleta evidencian la innovación de Veronés, que integra elementos sagrados y maravillosos en un relato cautivador.
Una pintura al óleo que narra la historia bíblica de Susana, reflejando la tensión entre su inocencia y el asedio de los ancianos. El vibrante colorido y la disposición de las figuras confieren gran fuerza emotiva, situando la escena como ejemplo decisivo de la fuerza y el erotismo barroco.
Escultura en mármol que representa a Amaltea, la mítica cabra que amamantó al niño Zeus. Bernini logra dotar al animal de asombroso realismo y expresividad, insuflando vida al mármol en una muestra de su pericia técnica y su capacidad de animar la piedra.
Serie de bustos en mármol que retratan al mecenas Scipione Borghese. Con un gran realismo, estos retratos enfatizan los rasgos y la personalidad del protagonista, subrayando el prestigio de la familia Borghese y la sofisticación de la escultura barroca.
Escultura en mármol que encarna el ideal de la Verdad, símbolo de pureza moral e intelectual. Con una composición equilibrada y un tallado minucioso, la obra transmite autenticidad y sinceridad, reflejando en la escultura el valor ético.
Un busto en mármol que representa sobriamente al papa Pablo V. Destaca la precisión en el modelado del rostro y los ropajes, resaltando la grandeza del pontífice y la destreza de Bernini para capturar la esencia y la relevancia histórica de su modelo.
Un óleo sobre lienzo en el que se ve a un muchacho portando una canasta de frutas. Con su característico claroscuro dramático, Caravaggio transmite al sujeto una presencia vehemente y realista, convirtiendo la escena cotidiana en un momento de honda emoción.
En este óleo, Caravaggio muestra a un Baco visiblemente afectado por la enfermedad. La cruda exposición de la fragilidad humana, acentuada por fuertes contrastes de luz y sombra, ejemplifica la habilidad del artista para representar la vulnerabilidad humana con realismo e intensidad.
Óleo sobre lienzo que presenta a la Virgen María junto a los palafreneros, personajes que subrayan su función protectora y sagrada. La luz intensa y el realismo de Caravaggio otorgan a la obra una profunda carga espiritual, haciéndola rápidamente reconocible.
Un óleo que retrata al santo San Jerónimo en pleno acto de redactar, símbolo de la búsqueda del conocimiento y la contemplación espiritual. El nivel de detalle y el claroscuro transmiten la concentración y la seriedad del personaje, evocando una atmósfera de introspección.
Pintura al óleo que muestra al Bautista en un sermón apasionado. La iluminación penetrante y el marcado realismo de los detalles destacan el carisma del profeta, demostrando la faceta innovadora de Caravaggio en la representación sacra.
Óleo concebido como reinterpretación del famoso original de Leonardo da Vinci, en el que Leda aparece con un cisne, simbolizando la intervención divina. Aunque su valor procede sobre todo de la adaptación de una temática icónica, mantiene un estilo elegante característico del Renacimiento italiano.
Un óleo que evoca el momento mitológico de Dánae. Destaca por su atmósfera cálida y la sensualidad de la figura, muestra de la destreza de Correggio para conjugar el misterio con la belleza en un cuadro cautivador.
Un óleo sobre tabla en el que aparecen Venus y Cupido, aludiendo a la dulzura y la sensualidad. Su composición armónica y la paleta sutil vuelven la obra reconocible, combinando mitología con el sello característico del Renacimiento alemán.
Óleo que representa a la figura mitológica Melissa en una composición llena de color y dinamismo. Dosso Dossi imprime vivacidad y ligereza, reinterpretando con elegancia los mitos clásicos desde un lenguaje que anticipa las pautas del Manierismo.
Óleo sobre tabla que muestra a un joven cantante concentrado en la música. La luz suave y la atmósfera poética componen una escena delicada, emblema de la innovación del primer Renacimiento veneciano y de la sutileza emocional de Giorgione.
Óleo que retrata un momento íntimo de música, con un joven flautista en un entorno onírico y luminoso. La armonía de los tonos y la composición equilibrada transmiten la impronta típica de Giorgione, marcado por una visión poética del arte.
Óleo sobre tabla que presenta a la Virgen con el Niño, flanqueada por los santos Flaviano y Onofrio. La composición sagrada y el cuidado en los detalles comunican una honda espiritualidad, reflejando la sensibilidad de Lotto al abordar temas religiosos con calidez y precisión.
Un óleo que muestra a un caballero con especial atención a su carácter y personalidad. Su minuciosidad y la sobriedad compositiva lo convierten en un notable ejemplo del retrato renacentista, capaz de transmitir elegancia e introspección.
Óleo en el que Parmigianino recurre a líneas alargadas y suaves gradaciones. Como expresión del Manierismo, la obra destaca por su elegancia formal y su sutil uso de la luz, reflejando de inmediato la estética típica de la época.
Óleo que representa el Crucifijo junto a san Jerónimo y san Cristóbal. El equilibrio en la disposición y los minuciosos detalles infunden una profunda espiritualidad, característica de la tradición umbra del Quattrocento y del talento narrativo de Pinturicchio.
Óleo que muestra a Tobías en compañía de un ángel en un instante de marcada espiritualidad. Su paleta delicada y su composición íntima generan una atmósfera contemplativa, revelando con sutileza el vínculo entre lo divino y lo humano.
Óleo que narra la dramática huida de Eneas de las ruinas de Troya. Barocci logra plasmar el heroísmo y la angustia del protagonista mediante una composición dinámica y un colorido vibrante, adentrándonos en un reconocido episodio mitológico.
Un óleo que relata el momento bíblico en que José es traicionado y vendido por sus hermanos. Destaca la composición que acentúa la aflicción y la amargura de la escena, simbolizando la traición dentro del ámbito familiar.
Aquí, Bacchiacca muestra la escena en que se arresta a los hermanos de José, resaltando el instante de justicia divina. Los gestos tensos y las expresiones realistas transmiten la intensidad del episodio, un vivo ejemplo de la narrativa renacentista.
Óleo que capta la ansiedad de la búsqueda de una copa sustraída. El planteamiento enfatiza las expresiones y los movimientos de los personajes para dirigir la atención hacia el foco narrativo, con un manejo magistral de la iluminación.
Óleo sobre tabla que representa el momento sorprendente en que se encuentra la copa robada en el saco de Benjamín. La escena resalta el contraste entre la confusión y la sensación de alivio del hallazgo, reforzada por la forma en que se manejan los volúmenes y la luz para subrayar el clímax narrativo.
Estas obras representan solo una parte de la gran riqueza de la Galería Borghese, que continúa siendo un lugar clave para los amantes del arte y la historia en todo el mundo.
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